La Conferencia - La Conferencia (III)

Navarro no había visto nunca al padre Newman tan nervioso. Era curioso ver como le estaban afectando los acontecimientos de los últimos días. Había momentos en los que se comportaba de una manera histérica, irracional, y otros en los que se abstraía de tal manera que parecía que quisiera convertirse en una estatua de mármol, una reproducción orgánica de ?El pensador? de Rodin, la imagen que encabezaba los informes sociales de la Conferencia. La conversación que acababan de mantener no había hecho sino confirmar la sospechas de Navarro, no solo en lo relativo al estado de ánimo de su superior, sino también en sus verdaderos intereses en solucionar el problema con los baconianos.
A nadie se le escapaba que Newman era el mejor situado para convertirse en Nuestro Padre cuando le llegase el momento al actual Presidente de la Conferencia, pero Navarro no lograba ver qué beneficios prácticos tendría para Newman el puesto. El padre Newman era la típica figura a la sombra que mueve los hilos del poder, la mano ejecutora de la Conferencia. Todo lo que se decidía en las sesiones del consejo superior o en las reuniones privadas de Nuestro Padre pasaba por sus manos, y también pasaban por sus manos otros asuntos que su superior y el consejo no necesitaban, no querían o no debían saber. ¿De qué le serviría a Newman un puesto cargado de protocolo y de vida social? No, Navarro sabía que ese no podía ser su objetivo.
El paso del consejero personal del Secretario General de la Conferencia era decidido, a pesar de que su mente estuviera distraída en otros pensamientos sus pies se dirigían hacia su despacho prácticamente por voluntad propia. Navarro no solía pararse a admirar las maravillas artísticas que llenaban las paredes y las esquinas de los pasillos de la sede romana de la Conferencia, simplemente no se sentía en casa y eso le impedía disfrutar del entorno clásico del que solo unos pocos privilegiados podían gozar. La sede de la Conferencia en Roma se hallaba en los edificios de lo que se había llamado Vaticano, la sede de la Iglesia Católica. Durante la Revolución del 2012 se había dañado en parte el patrimonio artístico que contenían, pero los restauradores del siglo XXI habían hecho un magnífico trabajo durante décadas para dejar las obras de Miguel Angel, Rafael o Bramante como debieron lucir cinco siglos antes. Todo el complejo conservaba el aspecto renacentista, no se había tocado un solo muro.
Navarro reconocía que la preservación de la cultura humanista era uno de los logros de la Conferencia y su política conservadora, pero también sabía que esa política era un lastre que se había ido acumulando durante 200 años de estancamiento cultural. La Conferencia había logrado la utopía de una verdadera paz durante todo este tiempo, ni siquiera se habían vislumbrado posibles conflictos, tan frecuentes durante los años previos a la Revolución. Y esto había sido así hasta hace 10 años. Por supuesto para todo el mundo la paz seguía siendo una realidad sólida, y solo los altos cargos de la Conferencia y de las Uniones Europea y Americana sabían que algo se estaba cociendo en las plataformas inferiores de las ciudades europeas. Ahora se acercaba un momento crítico, y Navarro no quería presentarse mañana en el aeropuerto sin tener una idea más clara de los planes del padre Newman. Como muy acertadamente le había dicho antes: Navarro no podía permitirse cometer un solo fallo.

Sent by Xose Sent by Xose on 09/29/2003 at 03:20 GMT | read 54 times
Comments

M'encanta aquest teu nou projecte... Tinc moltes ganes de llegir-te.
(k)

Comentario Sent by Sílvia on 09/29/2003 at 04:38 GMT

Enganchado. A la espera del capítulo 4.

Comentario Sent by Iñigo on 10/19/2003 at 02:57 GMT
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