Cuentos - cosas del amor

Cuando yo era pequeñito, frecuentaba mucho un pequeño parque que había cerca de mi casa. Me gustaba mucho, iba siempre que podía. A veces, cuando a mis amigos no los dejaban ir, me iba solo. No tenía ningún problema en contemplar aquella belleza yo solo, es mas, me sentía mejor. Aquel parque, no era muy grande, mas bien pequeño. Tenía muchos árboles y todo el suelo era césped. También había unos pequeños banquitos, estos siempre estaban ocupados por ancianos. Me agradaba sentarme cerca de ellos y que me contaran sus historias. Eran alucinantes. Muchas eran inventadas, pero me divertían, otras eran batallitas de cuando eran jóvenes, y así había infinidad de historias distintas. En verdad, iba mas al parque por las historias de los ancianos que por la propia belleza de este. Siempre estaban los mismos ancianos, las mismas historias, las mismas batallitas. Pero un día, cuando llegué al parque, vi a un aciano que no había visto jamás. Me quedé muy sorprendido, nunca cambiaba nada por allí. Esa curiosidad me hizo acercarme a él. Cuando llegué a su lado me miró, dijo algo para sí, se levanto y se fue. Me quedé muy extrañado, nunca había visto un comportamiento tan extraño. Al día siguiente, fui otra vez al parque, quería averiguar algo sobre ese anciano. Cuando llegué lo vi sentado, curiosamente estaba en el mismo banco que el día anterior, pero a eso no le di importancia. Me acerque lentamente al él, me  miró y, esta vez, no dijo nada. Eso me dejó un poco parado, pero de todos modos me senté a su lado y le saludé. Él no me contestó, pero, al menos, no se marchó. Así estuve muchos días, en silencio junto a él. No quería romper el hielo yo. Quería que me dijese algo. Y así fueron pasando los días. Y, a pesar de todo, se fue entablando una bonita amistad forjada en el silencio. Día tras día nos sentábamos juntos en el mismo banco. Hasta que un día, una tarde de invierno, él me dijo:
 
-¿Otra vez aquí? ¿ no te cansas nunca de que no te hable?
 
-Bueno ?le dije yo- y..¿usted de que no le hable yo?
 
Se quedó muy sorprendido con mi respuesta. A partir de ese día, nuestra amistad de silencio, se convirtió en una amistad verdadera.
 
Todos los días nos veíamos, siempre en ese banco. Un día le pregunté que porque se sentaba siempre en el mismo banco. Su respuesta fue una preciosa historia.
 
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Hace mucho tiempo, en aquel parque, se paseaba todos los días un joven. Le gustaba mucho pasarse por allí. Un día, en su paseo matinal, vio a una muchacha muy bella. Él intentó entablar una relación con aquella chica, pero ella siempre le negaba. Él se sentía muy triste por su rechazo y por eso, un amigo, le contó que conocía a una bruja que le ayudaría a conquistar a la muchacha. Al principio se mostró un poco en desacuerdo, así que volvió a intentar hablar con ella. Una vez más esta le dio calabazas. Después de esta negación, se dio cuenta de que la bruja era su última salida. Así que decidió ir lo más pronto posible. Entró en una sala, no muy grande, había muchos aparatos, frascos y calderos que él desconocía totalmente. Se quedó un poco parado como si no le saliesen las palabras. Al final se decidió y empezó a hablar.
 
-Oiga señora, necesito algo para que la mujer a la que amo no me niegue más, y me quiera de una vez por todas.-dijo por fin.
 
-A ver si lo he entendido bien.-dijo la bruja- Necesita una poción para ser correspondido en el amor,¿no es eso?.
 
-Bueno... si eso.-respondió el muchacho con un poco de miedo.
 
-               - A ver que tenemos por aquí..-dijo la bruja mientras se levantaba y examinaba con detenimiento todos los frascos.- ¡ah!, aquí está. Dos gotas de esta poción mezcladas con tres gotas de su sangre y un jirón de tu piel, y te amará para siempre.
 
Al decir esto, el chico se quedó petrificado. ¿Cómo podría hacer todo eso? ¡Ella no lo admitiría!. Estuvo parado un rato y luego comenzó a hablar.
 
-Oiga, ¿cómo pretende que haga todo eso? Ella no me quiere, y no me permitirá hacerle eso. ¡Usted está loca!
 
El muchacho empezó a impacientarse. No comprendía como podía haber hecho caso a su amigo. Tenía que salir de allí, pero entonces la bruja le dijo algo.
 
-Veo que esa no te ha gustado.- dijo la bruja muy calmada- Tengo otra por aquí que seguro te gustará más. Solo tienes que hacer que se beba un trago. Cuando lo hallas conseguido, después de una hora habrás de besarla, entonces  su amor durará para siempre.
 
El muchacho se quedó pensando. Esa sería fácil. No le resultaría muy complicado hacer que bebiese un trago. Si, esa era la solución perfecta. El chico, decidido, se la quedó. Lo que él no sabía era que la bruja le había engañado.
 
Al cabo de unos días volvió a ver a la chica. Esta vez simplemente le dijo que si le podía invitar a una copa. Ella aceptó. Fueron al bar del parque. Estuvieron mucho rato hablando. En un momento ella fue al servició, momento que aprovechó él para verter la poción en su copa. Cuando ella llegó se bebió la copa y siguieron hablando. Después de una media hora, decidieron salir a pasear al parque. Cuando se iban a despedir, se cumplió la hora en la que la poción hacía efecto, así que él le besó. Al principio no pasó nada pero, un momento después, ella empezó a menguar y cambiar de forma hasta convertirse en un banco. El muchacho se quedó atónito. Había ?matado? a la única persona a la que había amado. Sin pensar ni un momento empezó a correr hacía la consulta de la bruja. Llegó y entró gritando como un loco.
 
-¡ Tú farsante, ¿como has podido hacerme eso?
 
-¿Yo?- respondió la bruja dibujando en su cara una sonrisa mezquina- Yo no he hecho nada, que yo sepa la poción se la diste tú, no yo.
 
 
 
 
 
Ahora había caído. Ella le engaño para que matase a su único amor, y todo por ofenderla. Él se quedó de piedra mientras ella seguía sonriendo miserablemente.
 
-Si, yo hice que mataras a tu amada. Debiste haberlo pensado antes de ofenderme.
 
El chico no podía dar crédito a lo que estaba escuchando. No podía hacer nada, así que salió corriendo y se fue al parque. Todavía no podía creer lo que acababa de ocurrir. Allí estuvo todo el día. Mirando fijamente el banco e impidiendo que nadie se sentase. Así estuvo muchos días, esperando a que apareciese otra vez. Al fin se dio cuenta de que no iba a volver a verla.
 
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-Sigue, ¿cómo acaba la historia?- dije.
 
-Chico no te enteras, acaba aquí, en este preciso momento.-dijo el anciano.
 
Entonces me di cuenta de lo que quería decir. El anciano era el muchacho y aquel banco su amada. No le dije nada más. Me sorprendí muchísimo. La historia estaba llena de fantasía. Nos quedamos en silencio un buen rato. No acababa de creerme lo que me había contado. Era mentira seguro, era imposible, no podía ser, era una locura, pero...¿seguro?

Sent by belen Sent by belen on 07/28/2004 at 23:14 GMT | read 173 times
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ningunos

Comentario Sent by hemmerson on 06/28/2005 at 04:57 GMT
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