Pedazos de vidas - La herencia
?Cuídate!?, grita Andrea mientras me marcho. ?¿Vas a volver el próximo jueves??, pregunta Lorena con ojos de súplica. ?No lo sé, tengo trabajo?, me apresuro a responder por miedo a verme atrapada por su ansia de cariño.
Brazos huérfanos. Vacíos de oportunidad. Mancos de afecto y ternura. Repletos -a rebosar- de llantos y desesperación. Desbordando rabia a cada codazo, arañando ?hasta sangrar- cada pequeña oportunidad. Así me despido hoy de los chicos de la UEC, la Unidad de Escolarización Compartida que me acoge cada jueves (?de cada tantos) como educadora-voluntaria del taller del laboratorio y prácticas de naturales.
?Laboratorio!?!?? exclamaría a la par que se reiría cualquiera de los chavales con los que allí trabajo. Es cierto, el laboratorio lo dibujamos con nuestra imaginación [?Déjate de rollos!?. Ilusa afirmación la mía], los experimentos toman vida entre tarros de mermelada vacíos, vasos de plástico reutilizados, papel de cocina y, eso sí, guantes de látex nuevos! [?Nooo Edgar, en condones no debes ahorrar!?]. Hoy tocaba extracción de ADN. Empieza la explicación (las células, la molécula de ADN, la herencia, un primer cruce: padre pelirrojo x madre color castaño) y con ella fluye la conversación. Lorena no conoce el color de los ojos de sus padres. Alguien le ha dicho que eran morenos y supone, para el caso, que eran de color marrón-castaño. A partir del momento de la fecundación empieza el desarrollo del feto, las células se multiplican hasta constituir un organismo completo. Hace un par de días Andrea acompañó a su amiga la gitana a practicarse un aborto. Lorena se reconoce entonces entre el 50% de las embarazadas menores de edad que decidieron abortar el año pasado. Con catorce años reemprende entusiasta la práctica; juega a imaginar como saldran sus hijos, pregunta incesante como calcular si seran gruesos o flacos, de piel blanca o tostada... Sólo sueña con tener un bebé con su nuevo novio de hace dos semanas.
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