Cuentos - Acuarela. Roja

La ventana está abierta. Entra el sol y el viento fresco con cariñosos granitos de polen que me hacen estornudar y quererte más.

La música sigue su camino y yo el mío. Hoy me tiene de lo más relajado, será porque mis ojos están hinchados, rojos de infección, o bien será porque estoy solo, sin nadie en casa. Solo, sin hablar nada. No me siento extraño, es más, creo que no dejo de hablarte en ningún momento. Estoy continuamente llevando y trayendo ideas a mi cuadernito. Sí, no me olvido de tí en ningún instante. Tengo tanto que contarte... Todo me hace pensar en tí. La música. El silencio. Todo.

No sé dónde llegará todo esto. Quiero escribirte algo. Quiero compartir contigo todos los sentimientos, toda la grandeza, toda la poesía que fluye dentro de mí y estalla en mi cabeza como las olas furiosas contra un acantilado.

Ada, por tí olvido el miedo a la incomprensión, al ridículo. Por tí sueño. Por tí dejaría esta farsa para perdernos en cualquier ciudad misteriosa y lejana. Alguien como tú que me comprendiera, que me animara, alguien que me dejara querer a mi manera. Si me dejaras demostrarte... no, no quiero demostrarte nada, sólo coger tu mano y perdernos en la inmensidad de este carnaval descolorido. Te llevaría a mi santuario y nos quedaríamos callados, mirándonos extrañados de tanta felicidad. Te besaría, te mordería con dulzura, te haría mil ofrendas de vino y rosas, de frutas maravillosas. Miraría tus ojos verdes, callado, te miraría siempre, como una oración. Si estuvieras aquí, mi vida sería... eso nada más, una oración eterna.

Besaría tus manos, cada uno de tus dedos, tu espalda desnuda, tu cuello pálido. Seríamos uno solo, una torre, una muralla de seda acariciada por el viento. Seríamos la última luz del atardecer y la brisa fría de la mañana. Sí, y de madrugada iríamos a los trigales perdidos, te besaría donde quisieras, con mis labios trémulos. Y cuando el sol saliese y nos cubriera con su manto dorado, descubrirías el verdadero color de mis ojos.

Y te dormirías, dichosa, bajo el cobijo amable de una encina, que nos ocultaría del mundo como una nube. Y yo velaría, te vería como cierras los ojos, y no dejaría de mirarte ni un instante: pálida, soñadora, mi dulce niña.

Quizás no ahora, quizás luego, otro año, otra vida... ¿cuántas reencarnaciones necesitaré para que me acojas en tus brazos? Hasta entonces seguiré esperando en mi infierno callado y redondo.

 

Otra hoja más. Otra canción: "Ella mira las estrellas". Tan solo le pido a Dios una noche para mirar las estrellas juntos. De veras, Ada, nunca me he sentido así y no creo que aguante mucho en este estado de éxtasis perpetuo. Ven pronto. Dame tu mano. No me dejes olvidado.

 

Remember together remember forever

Souviens toi ce jour là toi et moi

 

Cada canción es tuya. Cada fantasía. Cada violín. No entiendo lo que dicen, y no me preocupa.

 

How´d you do it? How´d you find me?

How did I find you?

How can this be true?

To be held and understood

 

Realmente no comprendo como puede pasarme esto, te encuentro donde quiera que voy. Cierro los ojos y te veo aún mejor. Si leo algo, todo, parece escrito pensando en tí.

 

...serías mi diosa de ojos verdes

mi dulzura y mi sendero

y yo sería tu estanque sagrado

cubriendo con oro y miel

todo tu dulce cuerpo

Y mi vida, mi triste vida

sería un camino dichoso y eterno

que tendría por principio y fin

algo tuyo y solo tuyo

...un beso

 

Sent by Sir Pablo de Zobel Sent by Sir Pablo de Zobel on 03/05/2005 at 11:24 GMT | read 56 times
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